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Esperancita Escarlata

Vida y dulzura

Un día como tantos

Un día como tantos

      Seguramente hoy ha sido un día como los demás. No hay grandes cosas que decir ni acontecimientos memorables. Naturalmente me refiero a mi vida y dejo fuera al resto del planeta y del universo. Un día más. Sin embargo siento algo diferente.

      Hoy he visto personas que quiero y que no siempre podré ver. He conocido gente nueva. He recibido una llamada inesperada y agradable. Me he enfadado y no me ha gustado. He terminado de leer un libro con final triste y me he entristecido. He besado a mi niña. Puedo verla descansar mientras duerme.

      Salió el sol y he visto una luna limpia y redonda.

      Sin duda ha sido un día más. Con muchos detalles. Irrepetible.

      Pensar que mañana habrá otro me alegra y me tranquiliza. A pesar de los malos ratos.

      Hasta mañana.

     

     

Sucedió en mi pueblo

            En los tebeos había visto yo cómo, a veces, los gatitos pequeños se subían a una rama de árbol demasiado alta y luego se quedaban en ella maullando, porque no eran capaces de bajar. Entonces llegaba alguien y los socorría subiéndose a buscarlos, bien con una escalera o bien a pelo. Me suena a historieta de Don Celes o de Mickey Mouse.

            Pues bien. Hace unos días, pude ver en directo una escena similar, pero mucho más graciosa. En este caso, el que había trepado hasta un tejadillo de la iglesia, no era un gatito, sino un niño de unos nueve ó diez años. Estaba acurrucado contra la pared y no se atrevía ni a moverse. Seguramente se subió en busca de un balón o algo así. Supongo que fueron sus amigos, otros dos niños que le rondaban desde abajo, los que dieron aviso del apuro del muchacho. El caso es que cuando yo pasaba llegaban ya nada menos que CUATRO policías municipales, que se apearon del coche en plan peliculero y por eso me fijé en la escena.

            En seguida se hicieron cargo de la situación y uno de ellos trepó por una reja hasta tocar el tejado. Seguro que este fue el camino que había seguido previamente el chiquillo. Parece que no le gustó la idea de utilizar esa vía y volvió a bajar. Otro de sus compañeros se ausentó unos minutos, quedando pues, tres de guardia. El niño seguía en el mismo sitio, hecho un ovillito y sin mover ni un pelo. Había que fijarse bien para distinguirlo de las tejas. Me pregunto qué estaría pensando. ¿Me caerá una bronca buena? ¿Me reñirán los polis? ¿Saldrá el sacristán y me tirará de las orejas? Como se enteren en casa…

            Al poco reapareció el policía. Venía acompañado de un chico, y entre los dos portaban una escalera lo suficientemente larga como para alcanzar el tejadillo, que tendría unos tres metros y medio ó cuatro de altura. En unos minutos y con ayuda de uno de los agentes que subió a buscarlo, el niño estaba de nuevo poniendo el pie en tierra. Tenía cara de “¡tierra trágame!

            Hasta aquí puedo contar. No vi que los municipales le pusieran una multa. Ni tan siquiera se llevó un capón. Algo sosaina el final, la verdad. Un poco estilo Disney, pero sin música de violines.

¡Suerte, maestro!

¡Suerte, maestro!

      No se lo digo a ningún torero, no. Se lo digo a todos los que reciben mañana a su grupo de escolares.

      ¡Suerte para todos!

      A ver si se pasan pronto las angustias y los mosqueos.

      Es materia delicada la que trabajan. Debajo de esa apariencia de "pequeños monstruos" que tienen a veces los infantes, hay siempre un corazoncito lleno de ilusiones.

      ¡Suerte, maestro! y que se te dé bien. Que tengas buenos alumnos. De esos respetuosos con todos. De los cariñosos. No importa que no trabajen como tú quisieras. ¡Pero que sean de los buenos! Amables y entusiastas.

      A ver si eres capaz de ayudarles un poco y no defraudarles demasiado. Lo tienes difícil. Eso seguro, porque esperan mucho de ti. Esperan precisamente lo mismo que tú de ellos. Quieren un profe amable, justo y respetuoso con todos. Si es cariñoso, mejor. Que no abuse del poder, que sea solidario y empático. Que trabaje mucho y que lo sepa hacer bien. Que no sea aburrido, sino animado y entusiasta.

      En fin... ¡que lo tienes difícil!

      ¡SUERTE, MAESTRO!

Una duda que tengo

...y debo añadir que tras años y años de darme golpes contra una pared, sigo dándome golpes contra la misma pared cada una de las veces que se cruza en mi camino. Y a pesar de parecerme que los años que van pasando son más bien unos pocos días, debo rendirme a la evidencia y admitir que son años ¡y no pocos ya!

      Teniendo todo esto en cuenta y considerando que debo analizar mis nulos avances en esto de la pared, no me alcanza el entendimiento para sacar una conclusión decente.

      Me niego a creer que soy incapaz.

      ¿Será tal vez que la pared ejerce sobre mí una suerte de efecto imán?

      ¿Habré desarrollado una adicción perjudicial para mi salud?

      ¿Será tal vez que hay mucho hijo de su madre suelto por el mundo y no tienen otro quehacer que plantar una pared justo en mis narices cuando ven que he bajado un poco la guardia?

El mundo está enfermo

El mundo está enfermo

    Tal vez esto sea real en alguna parte del mundo no muy lejos de mi casa. Tal vez esté ocurriendo a diario. Tal vez yo lo haya visto en los informativos de la televisión. Tal vez lo haya oído en los informativos de la radio.

    Sigue pareciéndome increíble.